Este fin de semana Caleruega se ha visto felizmente invadida por un grupo de antiguos alumnos de la Virgen del camino y novicios (ex) que estuvieron por aquí a finales de los 60 y cuyos periplos vitales han discurrido por otros derroteros.
En la noche del viernes, los organizadores Daniel, Maxi y Manolo dieron la bienvenida a todos en el salón de actos del convento. Un grupo de casi 100 personas dispuestas a reencontrarse, a revivir otros tiempos y a pensar en el futuro. Al evento nos unimos también ex-alumnos del colegio aunque los cursos nos separasen en décadas. El nexo era común.
Visitamos el pueblo (ya de noche), cena conventual y recreación con conversación, música e historias varias.
El sábado por la mañana a las 10.30 ya estábamos visitando la bodega Señorío de Nava (en Nava de Roa) y sus viñedos, para por la tarde visitar el Museo de las MM.Dominicas y las loberas de Caleruega.
Fue al caer de la tarde del sábado, cuando recibimos la bocanada de aire fresco a cargo de 3 personajes recién llegados: El P. Pedro (perdón, Pedro a secas ;-) Juan Antonio y JL Alcalde.
A las 20h comenzó en la capilla central del convento una ceremonia muy especial acompañada musicalmente por los antiguos integrantes de la escolanía Virgen del Camino.
Una suerte de declamación de intenciones, de dudas, de reflexiones, de recuerdos... hacia sus antiguos maestros (Valentín, Pedro, Jesús,..) pusieron a todos la sensibilidad a flor de piel. La idea subyaciente fue que al margen de creencia de si Dios o no, de si conciencia, de si imposiciones sobrantes o creencia gastada, ... lo que se requiere es hacer el bien al que está al lado, hacer la vida agradable y ayudar al que lo necesite allá donde estemos y evolucionar en ese camino. Fácil de decir, pero todos éramos conscientes de las dificultades de su hacer en muchas situaciones. Se vivieron momentos emocionantes y difíciles de describir. Ahí quedó el reto, las dudas y la experiencia.
Al día siguiente hubo más excursiones: a Silos, a la Yecla, a la sala de esculturas...
Muchas gracias a la hospitalidad del convento de Caleruega, empezando por las ayudantes de la cocina (incluidas las monjas de la portería), la cocinera Lídia, Fray Montes, P. Salas y muy especialmente al P. Jesús y el P. Arruga que estuvieron pendientes de todo en todo momento.
Quiero destacar convenientemente también la participación de las santas que forman parte integral de todo este proyecto de reunión y de vida.
